Entró y me vio con el lienzo en mano y lentamente comenzó desvestirse. Empezando por la blusa, se acomodo justo de espaldas ante mí, mostrando toda su sensualidad y transmitiéndome su ternura. En un contexto perfecto, la luz resaltaba su espalda desnuda a la perfección, sus dos hoyos por encima de sus nalgas, justo en su terminación. Por el centro le recorría una línea que trazaba su columna casi perfecta, resaltada por la sombra. Se podría decir que todos los músculos de su espalda reflejaban delicadeza, tanto su iluminación y sombra, emanaba belleza y tranquilidad. Se recogía el pelo con tal suavidad, llevándolo con sus brazos un poco más arriba que su nuca.
Era perfecta y parecía profesional, aunque me confesó que era su primera vez y a pesar de eso no se sentía nerviosa, sino mas bien relajada, tranquila y se sentía libre, con la libertad suficiente para hacer lo que quisiera. Ella se sentía Bella.
Era perfecta y parecía profesional, aunque me confesó que era su primera vez y a pesar de eso no se sentía nerviosa, sino mas bien relajada, tranquila y se sentía libre, con la libertad suficiente para hacer lo que quisiera. Ella se sentía Bella.